La semana zombi


Hace unos días me tomaba un café con una amiga, también opositora, que hace poco se ha enfrentado al Supremo, por desgracia con el mismo nulo éxito que yo. Ya con las risas tristes propias de haber pasado unas semanas desde el trauma del suspenso, compartimos las impresiones del encierro previo y de los días en que todo parece transcurrir en un plano astral distinto, en que te sientes en una inercia de mierda de la que no puedes escapar y que al mismo tiempo rezas porque dure mucho, porque vas como el culo. Y es lo que bautizamos como "semana zombi".

Ayer pusieron en la tele "Guerra Mundial Z" y tuve que escribirle para reafirmarnos mutuamente en nuestra teoría de la semana zombi, porque cuando vi a aquellos seres llegados de la muerte haciendo castellers en Jerusalén para intentar comerse un helicóptero, me vi a mí misma con unas ojeras hasta el suelo, el pelo sucio y la valeriana en vena intentando alcanzar el aprobado. Si no habéis visto la película no entenderéis esta comparación, pero siempre estáis a tiempo de verla, aunque os aviso de que lo único bueno que veréis es a Brad Pitt.

La semana zombi, al menos para mí, es lo más duro de la oposición. Cuando pasas por primera vez el test y sufres el horrible encierro previo -con mayor horror si es, como en los dos últimos años, justo después del verano-, el estrés infernal de tener que repasarte miles de temas, y de plazos, y de datos pequeños que se encuentran en una ley que nunca pudiste llegar a cantar porque tenemos 12 minutos y no 3 horas (todavía recuerdo la pregunta de la cuenta bancaria, propia de una mente perversa), en fin, cuando pasa todo aquello piensas que ya está, que ya sabes lo que es la oposición. Pero entonces apruebas y sale el calendario para el primer oral. Si te toca tarde, es posible que vivas unos primeros meses de espejismo, con el agobio propio de tener un examen en el horizonte, pero con la relativa tranquilidad que proporciona la distancia. Sin embargo, como te toque pronto el drama comenzará a planear sobre tu cabeza en un breve periodo de tiempo.

En todo caso, te toque cuando te toque, esa semana va a ser igualmente horrible, pero no escribo esto para regodearme en lo malo, sino para compartir las cosas que a mí me sirvieron para intentar hacer más llevaderos esos días. No son consejos de estudio, porque creo que en eso no soy ejemplo, ya que no he aprobado. Pero sí creo que conseguí llegar al examen relativamente tranquila, a diferencia de lo que me sucedió hace dos años, que los nervios me llevaron a perder el control de la situación y retirarme. No quiero que le suceda a nadie, porque irte cuando te sabes los temas es una tortura que te acompaña mucho tiempo, haciéndote incluso dudar de todas tus capacidades. Así que aquí van las cosas que me ayudaron a sobrellevar esa semana zombi, que abreviaremos como SZ.

- Valeriana. La valeriana fue mi fiel amiga en la SZ. Aunque no negaré que valoré la posibilidad de probar drogas de diferentes durezas, finalmente no quise arriesgarme. Sin embargo, en mi anterior experiencia en el TS sí hice un uso de alguna droga dura, digamos finamente, a demanda. No quiero incitar a nadie a consumir sustancias de ningún tipo, pero si las necesitáis tampoco os sintáis mal. No es más guai ni más fuerte ni más nada el que pasa este trance a pelo, pues siempre es mejor ir un poco dopadita pero poder articular dos palabras que ir natural como la vida misma y salir huyendo despavorida. La valeriana la tomé en pastillas y los dos días antes del examen me las tomaba como caramelos. Hacen efecto, doy fe, pero cuidado con la dosis. Yo compré valeriana Leo, una cajita amarilla y blanca, que puedes tomarte hasta 6 diarias (el día antes del examen me tomé unas cuantas más y no morí, las últimas tres bañadas con dos tilas antes de entrar) y si estás muy loca de los nervios no te dormirás ni te atontarás. Sin embargo, unas semanas antes del examen iba al preparador con una llorera que no podía ni cantar, y mi Sr. Paciencio, poco ducho en estos temas de la enajenación, me compró unas valerianas más fuertes, no recuerdo el nombre pero me tomé solo una y mientras cantaba notaba la boca seca y que me costaba coger velocidad, así que los experimentos siempre antes de la SZ y por supuesto jamás de los jamases experimentos el día del examen.

- El ritual post-estudio. Cuando acababa mi jornada de estudio me sentaba en el sofá, aunque fuese media hora, y cenaba con mi Paciencio viendo cualquier cosa en la televisión. Ese momento fugaz de desconexión me ayudó muchísimo. En la anterior convocatoria acababa de estudiar y me metía en la cama a dormir, con el efecto de no desconectar que me llevaba muchas noches a tener crisis de ansiedad que no se las deseo a nadie. Esa desconexión noctura no es necesario que sea con el novio, puede ser contigo misma, viendo algo en Netflix o las citas infames del programa de cenas de Cuatro, cualquier cosa vale. En mi caso, mi desconexión implicaba beberme un botellín de cerveza bien fresquita aun siendo diciembre tiraba en el sofá. Menos mal que me tocó pronto para evitar caer en el alcoholismo.

- La visualización. Esto igual no le ayuda a todo el mundo, y quizás haya personas a las que les ponga más nerviosas, así que lo cuento a modo de anécdota. Después de la desconexión post-estudio me metía en la cama y antes de dormir, justo antes, entraba en la web de opositatest y le daba al sorteo aleatorio de temas del oral. Miraba los que me habían salido, apagaba el móvil, cerraba los ojos y me imaginaba a mí misma cantando esos temas genial, como el alma reencarnada de Castán Tobeñas. Da igual que fuese un tema que odio y que llevase fatal, yo me imaginaba sabiéndomelo todo y me dormía así. Por primera vez en mi vida  (y no ha vuelto a repetirse) un día, solo un día, soñé que aprobaba el examen. Se lo conté a mi madre y ahora pienso tontunamente que no debí contarlo, que no se cumple.

-Pasar del móvil. Pensé que no sería posible pero lo fue. Ignorar el móvil es clave, porque por lo menos yo soy de las que me distraigo con nada. Pero en la SZ es casi automático, aunque seas de las que se distraen con el vuelo de una mosca, conseguirás centrarte y no te acordarás ni de que tenías teléfono. También borré la aplicación de Instagram y directamente apagaba el teléfono.

- Fotos. Las fotos las he hecho siempre, porque cuando pasan los meses una se olvida del esfuerzo sobrehumano y solo recuerda lo que no hizo, el día que se distrajo, el tema que se quedó en el tintero. Yo quería recordar el esfuerzo sobrehumano y ponérmelo en valor tanto si salía bien como si salía mal, porque sabía que iba a seguir luchando y que si me caía iba a necesitar mucha fuerza para levantarme. Ver esas fotos todavía me pone demasiado triste, pero sé que cuando dentro de unos meses las mire recordaré que fui fuerte aunque estaba agotada, que sobreviví durmiendo seis horas diarias y que si lo hice una vez puedo hacerlo de nuevo.

- La música. Me hice con una lista de reproducción anti-drama que me acompañó a todos lados la SZ y las semanas anteriores. Entre ellas estaba una canción que todavía no he podido escuchar, porque aún está muy reciente el suspenso, pero que me dio mucha fuerza todo el tiempo: "Llegaremos a tiempo", de Rosana. Os dejo un cachito de letra y os animo a escucharla, sobre todo si estáis en esa SZ. Todo pasa, y como decía Rocky, hay que aguantar sin dejar de avanzar: así es como se gana.

Suerte a todos, y mucha fuerza.

Si te abrazan las paredes desabrocha el corazón, no permitas que te anuden la respiración.
No te quedes aguardando a que pinte la ocasión, que la vida son dos trazos y un borrón.
Tengo miedo de que se rompa la esperanza, que la libertad se quede sin alas.
Tengo miedo que haya un día sin mañana. 
Tengo miedo de que el miedo te eche un pulso y pueda más, no te rindas, no te sientes a esperar.
Si robaran el mapa del país de los sueños
siempre queda el camino que te late por dentro.
Si te caes te levantas, si te arrimas te espero, llegaremos a tiempo.
Mejor lento que parado, desabrocha el corazón, no permitas que te anuden la imaginación.
No te quedes aguardando a que pinte la ocasión, que la vida son dos trazos y un borrón.
Sólo pueden contigo si te acabas rindiendo, si disparan por fuera y te matan por dentro.
Llegarás cuando vayas más allá del intento.
Llegaremos a tiempo, llegaremos a tiempo...

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